En mi opinión, se aprecia el contraste entre la multitud -que solo mira de los paraguas para abajo y no ve ni el cielo ni el sol, ni cosa alguna que esté más allá de sus paraguas-, y el joven que ha trepado a lo alto del árbol, dejando en el suelo su paraguas junto a la alcantarilla, y contempla asombrado el horizonte, mientras los demás se preguntan si el portador del paraguas abandonado no se habrá caído dentro de la alcantarilla. Es una alegoría semejante a la caverna de Platón...
y a pesar del simbolismo, el azul de los paraguas dibuja un campo precioso, un mar
ResponderEliminar¿es eso lo que somos? ¿el mar, el mar de lo que sentimos y pensamos e imaginamos?
un beso
O quizá tenemos que protegernos? llevar paraguas encima para no sufrir...no sé.
ResponderEliminarbss
Hola Camen!!
ResponderEliminarAcá estoy, devolviendo tu visita a mi blog.
Pasé a saludarte y conocerte. Voy a espiar tu mundo un rato más
Saludos
Y el paraguas caido?
Gracias Marisa, un placer....el paraguas caído..no sé es cierto...voy a pensar jajaja
ResponderEliminarUn abrazo
El paraguas se le cayò al que se subió al árbol. Como siempre es un placer visitar tu blog. Un abrazo.
ResponderEliminarcierto Elena jajajajaj
ResponderEliminarEn mi opinión, se aprecia el contraste entre la multitud -que solo mira de los paraguas para abajo y no ve ni el cielo ni el sol, ni cosa alguna que esté más allá de sus paraguas-, y el joven que ha trepado a lo alto del árbol, dejando en el suelo su paraguas junto a la alcantarilla, y contempla asombrado el horizonte, mientras los demás se preguntan si el portador del paraguas abandonado no se habrá caído dentro de la alcantarilla. Es una alegoría semejante a la caverna de Platón...
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