William Clarke Wontner
Llegarán los almendros en flor a tu ventana
huídos de mi pensamiento,
y el temblor del olivo
que se estremece al paso de la noche.
Pero yo, cada vez más perdida en tus palabras,
no tendré fuerza para llegar hasta tu puerta,
me quedaré vagando por las calles,
desgranando temores por la tierra de Kampa,
dialogando confusa con el aire,
bailando cortesmente con el río la danza de la muerte,
con delicados arabesques
y oscuras reverencias.
No intentaré siquiera hablarte con la lluvia,
ni cabalgar el viento
y escondida en sus crines
devolverte el perfume de las rosas
que tú de un solo gesto, de una vez para siempre,
has desenterrado para mí
con toda la encendida primavera.
huídos de mi pensamiento,
y el temblor del olivo
que se estremece al paso de la noche.
Pero yo, cada vez más perdida en tus palabras,
no tendré fuerza para llegar hasta tu puerta,
me quedaré vagando por las calles,
desgranando temores por la tierra de Kampa,
dialogando confusa con el aire,
bailando cortesmente con el río la danza de la muerte,
con delicados arabesques
y oscuras reverencias.
No intentaré siquiera hablarte con la lluvia,
ni cabalgar el viento
y escondida en sus crines
devolverte el perfume de las rosas
que tú de un solo gesto, de una vez para siempre,
has desenterrado para mí
con toda la encendida primavera.
Llegarán los Almendros...
de Clara Janés
Emile Nolde
- ¡Toda la primavera dormía entre tus manos!
Iniciaste en un gesto la fiesta de las rosas
y erguiste, enajenada,
esa flecha de luz que impregna los caminos.
¡Toda la primavera!
Fervores del instante transido de capullos,
gracia tímida y leve del perfume sin rastro,
caricias que despiertan el sexo de las horas.
Brotaron de tus palmas en éxtasis gozoso
los trinos y las brisas. - Y tu ademán secreto
despertó en rubores la pubertad del mundo.
¡Todo vino por ti! Porque tus manos lentas - ciñeron brevemente mi carne estremecida,
porque al rozar mi cuerpo - despertaste una flor que trae la primavera. "
- Ernestina de Champourcín
- Primavera
Andreas Harsch
- Alabada sea tu alba carne, mi telúrica.
- Bendito el tuyo vientre que me consume.
- El centro sin centro de tu cuerpo,
- una esfera que lentamente nos llueve.
- Unidos por lo frágil me conmueve la suave trama de tu piel.
- En la lenta corrupción de las horas, la soledad y su húmedo poso de caricias nos callan.
- Eres agua y de agua me cubres.
- El hombre cuando ama se lamenta,
- sabe a lloro el llanto de su delicado afán.
- Alabada sea tu alba carne al mediodía.
Poema Consagración de la primavera Luis Alberto Arellano
Emil Nolde
Poema Lo Inacabable de Alfonsina Storni
- No tienes tú la culpa si en tus manos
- mi amor se deshojó como una rosa:
- Vendrá la primavera y habrá flores...
- El tronco seco dará nuevas hojas.
- Las lágrimas vertidas se harán perlas
- de un collar nuevo; romperá la sombra
- un sol precioso que dará a las venas
- la savia fresca, loca y bullidora.
- Tú seguirás tu ruta; yo la mía
- y ambos, libertos, como mariposas
- perderemos el polen de las alas
- y hallaremos más polen en la flora.
- Las palabras se secan como ríos
- y los besos se secan como rosas,
- pero por cada muerte siete vidas
- buscan los labios demandando aurora.
- Mas... ¿lo que fue? ¡Jamás se recupera!
- ¡Y toda primavera que se esboza
- es un cadáver más que adquiere vida
- y es un capullo más que se deshoja!
Gustave Caillebotte
- El amor te convierte en rosal
y en el pecho te nace
esa espina robusta como un clavo
donde el demonio cuelga su uniforme.
Al tocar lo que amas te quemas los dedos,
y sigues, sigues, sigues hasta abrasarte todo;
después,
ya en pie de nuevo,
tu cuerpo es otra cosa,
…es la estatua de un héroe muerto en algo,
al que no se le ven las cicatrices.
- El amor te convierte
- Gloria Fuertes
Joaquín Mir
- Rosa divina que en gentil cultura
eres, con tu fragante sutileza,
magisterio purpúreo en la belleza,
enseñanza nevada a la hermosura. - Amago de la humana arquitectura,
ejemplo de la vana gentileza,
en cuyo ser unió naturaleza
la cuna alegre y triste sepultura. - ¡Cuán altiva en tu pompa, presumida,
soberbia, el riesgo de morir desdeñas,
y luego desmayada y encogida - de tu caduco ser das mustias señas, con que con docta muerte y necia vida, viviendo engañas y muriendo enseñas!
- Sor Juana Inés de la Cruz
Mela Escalera
- Gota a gota se me esfuma la vida
- esta lluvia que hace florecer mis mañanas
- se resbala a golpes de silencio
- retumba en mis oidos este vano intento de olvidar
- aquella primavera,
- se me cuela en la sangre
- pronóstico torrencial que enmudece mi alma
- a ritmo demencial de recuerdos
- de tu boca bebiendo en mi acera.
- Aquella primavera
- C.P.
Santiago Rusiñol Prats
Pablo Neruda
- Juegas todos los días con la luz del universo.
- Sutil visitadora, llegas en la flor y en el agua.
- Eres más que esta blanca cabecita que aprieto como un racimo entre mis manos cada día.
- A nadie te pareces desde que yo te amo.
Déjame tenderte entre guirnaldas amarillas.
¿Quién escribe tu nombre con letras de humo entre las estrellas del sur?
Ah déjame recordarte cómo eras entonces, cuando aún no existías.- Mis palabras llovieron sobre ti acariciándote.
Amé desde hace tiempo tu cuerpo de nácar soleado.
Hasta te creo dueña del universo.
Te traeré de las montañas flores alegres, copihues,
avellanas oscuras, y cestas silvestres de besos.
Quiero hacer contigo
lo que la primavera hace con los cerezos.
Arthur Hacker
- En tanto que de rosa y de azucena
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
con clara luz la tempestad serena; - y en tanto que el cabello, que en la vena
del oro se escogió, con vuelo presto
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena: - coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto antes que el tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre. - Marchitará la rosa el viento helado,
todo lo mudará la edad ligera
por no hacer mudanza en su costumbre.
- Garcilaso de la Vega
- SONETO XXIII