- Todo lo que de vos quisiera
- es tan poco en el fondo
- porque en el fondo es todo
- como un perro que pasa, una colina,
- esas cosas de nada, cotidianas,
- espiga y cabellera y dos terrones
- el olor de tu cuerpo,
- lo que decís de cualquier cosa,
- conmigo o contra mía,
- todo eso es tan poco
- yo lo quiero de vos porque te quiero.
- Que mires más allá de mí,
- que me ames con violenta prescindencia
- del mañana, que el grito
- de tu entrega se estrelle
- en la cara de un jefe de oficina,
- y que el placer que juntos inventamos
- sea otro signo de la libertad.
Julio Cortázar, Salvo el crepúsculo, Buenos Aires, Ed. Alfaguara, 1996
- La carta que te escribo merece la palidez de tu rubor.
- Entre líneas
- hallarás la piel de mi voz.
- Al borde de tus párpados encendidos
- residirán por un momento
- mis proposiciones.
- Tus ojos,
- gratos gatos roedores de mi mensaje,
- fallas geológicas amatorias
- por donde se puedan filtrar
- terrenales congojas,
- a las que no deberás temer.
- Pero lee esta carta
- antes que amanezca,
- no sea que el sol
- borre los destellos de la tinta,
- el flujo de mis sueños
- absorbidos
- en la celulosa fibra del papel.
- No sea que sus amorosas frases
- se desangren en la página.
- Léela ahora,
- viaja desde tu cama
- o desde el sitio donde estés
- a través de su literatura
- pues en ella encontrarás
- alfombras mágicas,
- encantadores de serpientes,
- pájaros
- picoteando peras
- y peces voladores
- trasegando sirenas.
- Léela.
- Escudríñala.
- Descifra el volumen
- de sus dulces anotaciones.
- Léela al revés y al derecho,
- y cuando la termines
- cierra los ojos
- para que mis palpitaciones
- descansen
- en
- paz.
- La Carta , Ariel Montoya
Henry Youngman
- "Vivo en un barrio de la ciudad tan apartado
- que el cartero me manda las cartas dirigidas a mí."